Sandra Schön; Attirbution 2.0 Generic (CC BY 2.0) |
Este cambio de paradigma supone la necesidad de un cambio en la práctica docente y para ello la escuela necesita modificar algunas de las prácticas y formas de trabajo que hasta ahora han sido su eje principal. Ahora el trabajo colectivo, el aprendizaje significativo y las competencias básicas ocupan el lugar de los conocimientos memorísticos, con fecha de caducidad, tradicionales. Los alumnos ya no solo tienen que aprender si no que tienen que aprender a hacer.
Pero, y el movimiento maker ¿que puede aportar a la escuela? La filosofía maker se basa en el aprendizaje directo mediante la fabricación de artefactos reales y a por uno mismo (DIY o Do It Yourself) o junto a otros (DIWO o Do It With Others). Esto hace que los alumnos apliquen los conocimientos de manera directa en aquello que están fabricando en la realidad, pero además lo hacen de manera abierta, compartiendo el conocimiento y la experiencia con la comunidad y el mundo. esto hace que al colaborar en proyectos de interés personal estén mas interesados en comunicar las lecciones aprendidas que en la calificación obtenida.
El proceso abierto, con múltiples finales posibles, y el hincapié en el proceso de aprendizaje hace que el miedo al fracaso se diluya, ya que un fracaso se convierte en una oportunidad de aprendizaje de la que se pueden obtener más beneficios y se realiza un análisis del motivo del mismo. Ésto ayuda a desarrollar la resilencia y a difuminar el miedo al fracaso.
Es por estas razones que la cultura maker tiene un lugar importante en la escuela y puede ayudar en el cambio metodológico que se está realizando. Su filosofía abierta y de compartición de conocimiento, su aplicación de conocimientos directa y el protagonismo del "maker" en el proceso hacen de ella una herramienta de primer orden en el presente de la educación
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